Conocimiento de sí y de Dios. Dios interior. (Juan de la Cruz)
«Oh, pues, alma hermosísima entre todas las criaturas, que tanto deseas saber el lugar donde está tu Amado para buscarle y unirte con él, ya se te dize que tú misma eres el aposento donde él mora, y el retrete y escondrijo donde está escondido: que es cosa de grande contentamiento y alegría para ti, ver que todo tu bien y esperanza está tan cerca de ti que está en ti, o, por mejor dezir, tú no puedes estar sin él. Catad, dice el Esposo, que “el reyno de Dios está dentro de vosotros”. Y su siervo el apóstol san Pablo: “Vosotros, dize, sois templo de Dios”. Grande contento es para el alma entender que nunca Dios falta del alma, aunque esté en pecado mortal, quanto menos de la que está en gracia. ¿Qué más quieres, o alma, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleytes, tu satisfación, tu hartura y tu reyno, que es tu Amado a quien desea y busca tu alma? etc.» (Cántico, com. estrofa I, Manuscrito de Jaén).
LEGAUT : Estamos terriblemente instalados en la vida. La situación privilegiada del funcionario seguro de su sustento cotidiano, la familia, la vejez, el papel social, nuestra clase, nación, época, todos esos asientos que podrían ser sólo asentamientos, todas esas fuentes de estabilidad que podrían no serlo de estancamiento, pero que de hecho lo son, si no de derecho. Nada grande, nuevo, creador pueden hacer los que no son capaces de vivir aquí abajo como deportados.» (Fragmento de una carta de 1946 al padre Gaudefroy)
«Oh, pues, alma hermosísima entre todas las criaturas, que tanto deseas saber el lugar donde está tu Amado para buscarle y unirte con él, ya se te dize que tú misma eres el aposento donde él mora, y el retrete y escondrijo donde está escondido: que es cosa de grande contentamiento y alegría para ti, ver que todo tu bien y esperanza está tan cerca de ti que está en ti, o, por mejor dezir, tú no puedes estar sin él. Catad, dice el Esposo, que “el reyno de Dios está dentro de vosotros”. Y su siervo el apóstol san Pablo: “Vosotros, dize, sois templo de Dios”. Grande contento es para el alma entender que nunca Dios falta del alma, aunque esté en pecado mortal, quanto menos de la que está en gracia. ¿Qué más quieres, o alma, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleytes, tu satisfación, tu hartura y tu reyno, que es tu Amado a quien desea y busca tu alma? etc.» (Cántico, com. estrofa I, Manuscrito de Jaén).
LEGAUT : Estamos terriblemente instalados en la vida. La situación privilegiada del funcionario seguro de su sustento cotidiano, la familia, la vejez, el papel social, nuestra clase, nación, época, todos esos asientos que podrían ser sólo asentamientos, todas esas fuentes de estabilidad que podrían no serlo de estancamiento, pero que de hecho lo son, si no de derecho. Nada grande, nuevo, creador pueden hacer los que no son capaces de vivir aquí abajo como deportados.» (Fragmento de una carta de 1946 al padre Gaudefroy)
TERESA: "A pocos pocos": «Querría mucho el Señor me favoreciese para poner [por escrito] los
efectos que obran en el alma estas cosas, que ya comienzan a ser sobrenaturales (...). Ayúdame poco
el poco tiempo que tengo, y así ha menester Su Majestad hacerlo [favorecerme], porque he de andar
con la comunidad, y con otras hartas ocupaciones (como estoy en casa que ahora se comienza,
como después se verá), y así es muy sin tener asiento lo que escribo, sino a pocos a pocos, y esto
quisiérale [tener asiento].»
(...)
Busca líneas de desnudo, que aunque trates de envolvernos en lo vago de la niebla, aun la niebla tiene líneas y se esculpe;
ten, pues, ojo, no las pierdas.
Que tus cantos sean cantos esculpidos, ancla en tierra mientras tanto que se elevan, el lenguaje es ante todo pensamiento,
y es pensada su belleza.
Sujetemos en verdades del espíritu
las entrañas de la formas pasajeras,
que la Idea reine en todo soberana; esculpamos, pues, la niebla.
3. UNAMUNO: "Credo poético"
Piensa el sentimiento, siente el pensamiento, que tus cantos tengan nidos en la tierra,
y que, cuando en vuelo a los cielos suban, tras las nubes no se pierdan.
Peso necesitan, en las alas peso,
la columna de humo se disipa entera, algo que no es música es la poesía,
la pesada sólo queda.
Lo pensado es, no lo dudes, lo sentido. (...)
No te cuides en exceso del ropaje,
de escultor, no de sastre, es tu tarea,
no te olvides de que nunca más hermosa
que desnuda está la idea.
No el que un alma encarna en carne, ten presente, no el que forma da a la idea es el poeta
sino que es el que alma encuentra tras la carne tras la forma encuentra idea.
Piensa el sentimiento, siente el pensamiento, que tus cantos tengan nidos en la tierra,
y que, cuando en vuelo a los cielos suban, tras las nubes no se pierdan.
Peso necesitan, en las alas peso,
la columna de humo se disipa entera, algo que no es música es la poesía,
la pesada sólo queda.
Lo pensado es, no lo dudes, lo sentido. (...)
No te cuides en exceso del ropaje,
de escultor, no de sastre, es tu tarea,
no te olvides de que nunca más hermosa
que desnuda está la idea.
No el que un alma encarna en carne, ten presente, no el que forma da a la idea es el poeta
sino que es el que alma encuentra tras la carne tras la forma encuentra idea.
(...)
Busca líneas de desnudo, que aunque trates de envolvernos en lo vago de la niebla, aun la niebla tiene líneas y se esculpe;
ten, pues, ojo, no las pierdas.
Que tus cantos sean cantos esculpidos, ancla en tierra mientras tanto que se elevan, el lenguaje es ante todo pensamiento,
y es pensada su belleza.
Sujetemos en verdades del espíritu
las entrañas de la formas pasajeras,
que la Idea reine en todo soberana; esculpamos, pues, la niebla.
4. Aspectos de la poesía según Antonio MACHADO
a) La poesía es conversación.
"El que no habla a un hombre, no habla al hombre; el que no habla al hombre, no habla a nadie." (JM I, XLIX). "Poned atención / un corazón solitario / no es un corazón" (CLVI, lxvi)
No extrañéis, dulces amigos, / que esté mi frente arrugada. / Yo vivo en paz con los hombres / y en guerra con mis entrañas. (CXXXVI, xxiii)
Converso con el hombre que siempre va conmigo, / --quien habla solo espera hablar a Dios un día--; / mi soliloquio es plática con este buen amigo / que me enseñó el secreto de la filantropía. (XCVII)
b) La poesía es «palabra esencial en el tiempo» (PPC, 1802). «Porque sólo la creación apasionada triunfa del olvido» (PPC, 1942).
Ni mármol duro y eterno, / ni música ni pintura, / sino palabra en el tiempo (CLXIV, xvi, i).
Ya en otra ocasión definíamos la poesía como diálogo del hombre con el tiempo, y llamábamos «poeta puro» a quien lograba vaciar el suyo para entendérselas a solas con él, o casi a solas; algo así como quien conversa con el zumbar de sus propios oídos, que es la más elemental materialización sonora del fluir temporal. Decíamos, en suma, cuánto es la poesía palabra en el tiempo... (JM I, VII).
Hoy es siempre todavía. (CLXI, viii)
¡Oh Tiempo, oh Todavía, / preñado de inminencias! / Tú me acompañas en la senda fría, / tejedor de esperanzas e impaciencia" (CLXIX).
Mientras no suene un paso leve / y oiga una llave rechinar, / el niño malo no se atreve / a rebullir ni a respirar. // El niño Juan, el solitario, / oye la fuga del ratón, / y la carcoma en el armario, / y la polilla en el cartón. // El niño Juan, el hombrecito, / escucha el tiempo en su prisión: / una quejumbre de mosquito, en un zumbido de peón. // El niño está en el cuarto obscuro, / donde su madre lo encerró; / es el poeta, el poeta puro / que canta: ¡el tiempo, el tiempo y yo! (PPC, 818).
Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar...
soliloquio es plática con este buen amigo / que me enseñó el secreto de la filantropía..." (XCVII)
"¿Quién ha punzado el corazón del tiempo? / ¿Quién puso, entre las rocas de ceniza, / para la miel del sueño, / esas retamas de oro / y esas azules flores del romero? ..." (CLVI, v-vi)
(2) -- "Soñé que tú me llevabas / por una blanca vereda..." (CXXII).
"Palacio, buen amigo, / ¿está la primavera / vistiendo ya las ramas de los chopos... (XXVI) "¿Empañé tu memoria? ¡Cuántas veces!" (CLXV, iii)
"Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón" (CLXI, lxvi; PPC, 710).
"El que no habla a un hombre, no habla al hombre; el que no habla al hombre, no habla a nadie." (JM I, XLIX10). ()
"No extrañéis, dulces amigos, / que esté mi frente arrugada. / Yo vivo en paz con los hombres / y en guerra con mis entrañas." (CXXXVI, xxii)
(3) -- "¡Oh, dime, noche amiga,..." (XXXVII).
"... Antes que te derribe, olmo del Duero, / con su hacha el leñador, ... / ... quiero anotar en mi cartera la gracia de tu
rama verdecida..." (CXV).
¡Oh, sí, conmigo vais, campos de Soria, / tardes tranquilas, montes de violeta, /... (CXIII, ix) "Oh, Soria, cuando miro los frescos naranjales..." (CXVI)
"... Late, corazón, ... No todo / se lo ha tragado la tierra." (CXX).
"Oh, no eres tú mi cantar. / No puedo cantar ni quiero..." (CXXX).
"¡Oh soledad, mi sola compañía /..." (CLIV, xv, iv).
(4) -- "Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. / Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. / Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. / Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar." (CXIX)
"Señor, me cansa la vida..."
"O tú y yo jugando estamos / al escondite, Señor, / o esta voz con que te llamo / es tu voz"
"Por todas partes te busco / sin encontrarte jamás, / y en todas partes te encuentro / sólo por irte a buscar" (S. XXIV, i, ii, iii; PPC 759-760).
"... Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste / y para darte el alma que me diste, / en mí te he de crear. Que el
puro río / de caridad, que fluye eternamente, / fluya en mi corazón. ¡Seca, oh, Dios mío, / de una fe sin amor la
turbia fuente!" (CXXXVII)
Discreción y paciencia del que se conoce pero espera, en la pureza del silencio. Flexibilidad y tenacidad, a través de tiempos y lugares, perseverando en la propia vía. Espera de la presencia que hace ser, en la totalidad del querer.
Búsqueda de la luz que colma, en la integridad del espíritu.
Recogimiento en la soledad del ser, cara al vértigo del vacío.
Oración en la desnudez de la fe, ante Dios, el impensable.
– Armonía y paz, siendo uno mismo sin ser de uno mismo, en la rectitud del mirar, en lo justo del pensar,
en la simplicidad del acto, en la autenticidad del ser, disponible y como inmóvil ante Dios, para recibir y para dar.
– Que cada uno coja su gavilla a lo largo de sus días,
sin prisa pero sin pausa, sin violencia pero sin debilidad, sin miedo ni vértigo, sin exaltación ni ilusión,
sin ambición ni vuelta sobre sí.
– Hacerlo en la presencia de sí y en la de Dios.
Respetar las cadencias propias, los tiempos fuertes y los otros...
Dejar crecer la obra y seguir el propio destino, dimensión eclesial. Creación necesaria a Dios que la promueve y al hombre que la provee.
– Toda acción es peligrosa para quien la realiza, y más si es grande. Toda vida es difícil para quien quiere ser fiel, y más si es larga.
– Que cada uno se recoja fuera de tiempos y lugares, en sí, ante Dios. Todo lo que el hombre edifica es frágil y precario para desaparecer al fin. Una tara secreta se esconde ahí. Toda vida tiene que acabar,
dar paso a la muerte, habitar estancias que se convertirán en ruinas.
– Que cada uno se prepare, sostenido por la fe,
en seguimiento del Maestro, siendo firme en sí mismo,
para la obra de sus días, para el desprendimiento último, para sí y para los suyos, para el misterioso paso de la muerte hacia el más allá,
conservando la presencia de todos los seres queridos,
que son de Dios, que es. Amén.
– Bajo el choque de los acontecimientos que separan y hacen entrar en la soledad, Bajo el peso de las situaciones que deben silenciarse para poderse mantener,
Bajo el cúmulo de decisiones que inventan el destino y lo hacen singular,
Bajo la gracia de los encuentros que ayudan a entrever el ser profundo de los otros, En medio del embrollo de influencias, intereses,
teorías, acciones, prejuicios, sabidurías, faltas y fidelidades,
a través de los tiempos oscuros y de los vértigos de la vida,
ante la expansión y la fructificación propias de la misión,
tocar el hilo invisible de la propia vida, acercarse al misterio de uno mismo, alcanzar la propia unidad, consistencia y duración,
descubrir la propia unicidad, entrar en la soledad;
desposar la propia existencia; ella es el fundamento de lo que nace en nosotros,
de nuestra unión con Dios, de nuestra comunión.
Tomar altura, sondear lo profundo, liberarse de la distancia,
habitar la propia soledad, poblarla de presencias,
sumergirse en el silencio, ir más allá del conocimiento de lo que sólo se puede conocer, permanecer en la ignorancia de lo que no se puede sino ignorar,
abrirse a la totalidad, a su inagotable unidad, a su ilimitada fecundidad. Primer acercamiento hacia Dios que sólo la fe permite.
Pórtico de su misterio que sólo Dios hace franquear.
Alcanzar el sentido de la propia vida y esforzarse por trabajar en el surco de la propia misión, así como realizar todo lo que esto comporta, es también estar presente a sí mismo y a Dios, es también orar; orar por uno mismo así como por aquellos que nos son cercanos porque los hemos encontrado realmente en nuestro camino, a pesar de nuestra extrema impotencia para ayudarlos en lo que atañe a lo esencial.
3. Visita a Segovia con Spong
Légaut: "[revelación] ... íntima, sin palabra ni signo; una anunciación sin ángel; una luz celeste sin estrellas; una proclamación sin paloma y sin voz de los cielos; una infu- sión del Espíritu sin lenguas de fuego; y una revelación por lo que hace nacer en aquél al que visita, y no por lo que Dios enseña y ordena en un momento dado, a todos."
Caminar sobre el mar: Machado > Evangelios > midrash del paso del Mar Rojo (que no lo hubo!)
(c) Don Francisco Giner, su maestro, su "padre espiritual"
Como se fue el maestro, / la luz de esta mañana / me dijo: – Van tres días / que mi hermano Francisco no trabaja. / ¿Murió?... – Sólo sabemos / que se nos fue por una senda clara, / diciéndonos: – Hacedme / un duelo de labores y esperanzas. / Sed buenos y no más, sed lo que he sido / entre vosotros: alma. / Vivid, la vida sigue, / los muertos mueren y las sombras pasan; / lleva quien deja y vive el que ha vivido. / ¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
Don Francisco Giner (...) creía que la ciencia es (...) una semilla que ha de germinar, florecer y madurar en las almas. Porque pensaba así, hizo casi tantos maestros como discípulos tuvo. [...]. Y hace unos días se nos marchó, no sabemos adónde. Yo pienso que se fue hacia la luz. Jamás creeré en su muerte. Sólo pasan para siempre los muertos y las sombras, los que no vivían la propia vida. Yo creo que sólo mueren definitivamente, sin salvación posible —perdonadme esta fe un tanto herética—, los malvados y los farsantes...
III. Recordemos, para concluir:
... honremos al Señor / —la negra estampa de su mano buena— / que ha dic- tado el silencio en el clamor. / Al Dios de la distancia y de la ausencia, / del áncora en la mar, la plena mar... / Él nos libra del mundo —omnipresencia—, / nos abre senda para caminar... (CLXX)
— Dios no es el mar, está en el mar; riela / como luna en el agua, o aparece / como una blanca vela; / en el mar se despierta o se adormece. Creó la mar, y nace / de la mar, cual la nube o la tormenta; / es el Criador y la criatura lo hace; / su aliento es alma, y por el alma alienta...
... Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste / y para darte el alma que me diste, / en mí te he de crear. Que el puro río / de caridad, que fluye eternamente, / fluya en mi corazón. ¡Seca, oh Dios mío, / de una fe sin amor la turbia fuente!” (CXXXVII, v)
"El que no habla a un hombre, no habla al hombre; el que no habla al hombre, no habla a nadie." (JM I, XLIX). "Poned atención / un corazón solitario / no es un corazón" (CLVI, lxvi)
No extrañéis, dulces amigos, / que esté mi frente arrugada. / Yo vivo en paz con los hombres / y en guerra con mis entrañas. (CXXXVI, xxiii)
Converso con el hombre que siempre va conmigo, / --quien habla solo espera hablar a Dios un día--; / mi soliloquio es plática con este buen amigo / que me enseñó el secreto de la filantropía. (XCVII)
b) La poesía es «palabra esencial en el tiempo» (PPC, 1802). «Porque sólo la creación apasionada triunfa del olvido» (PPC, 1942).
Ni mármol duro y eterno, / ni música ni pintura, / sino palabra en el tiempo (CLXIV, xvi, i).
Ya en otra ocasión definíamos la poesía como diálogo del hombre con el tiempo, y llamábamos «poeta puro» a quien lograba vaciar el suyo para entendérselas a solas con él, o casi a solas; algo así como quien conversa con el zumbar de sus propios oídos, que es la más elemental materialización sonora del fluir temporal. Decíamos, en suma, cuánto es la poesía palabra en el tiempo... (JM I, VII).
Hoy es siempre todavía. (CLXI, viii)
¡Oh Tiempo, oh Todavía, / preñado de inminencias! / Tú me acompañas en la senda fría, / tejedor de esperanzas e impaciencia" (CLXIX).
Mientras no suene un paso leve / y oiga una llave rechinar, / el niño malo no se atreve / a rebullir ni a respirar. // El niño Juan, el solitario, / oye la fuga del ratón, / y la carcoma en el armario, / y la polilla en el cartón. // El niño Juan, el hombrecito, / escucha el tiempo en su prisión: / una quejumbre de mosquito, en un zumbido de peón. // El niño está en el cuarto obscuro, / donde su madre lo encerró; / es el poeta, el poeta puro / que canta: ¡el tiempo, el tiempo y yo! (PPC, 818).
Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar...
g) La poesía y los 4 interlocutores del hombre (en relación con los 3 géneros de la vida espiritual).
La comunicación del hombre se dirige a cuatro posibles interlocutores: (1) uno mismo, (2) los entes del mundo (como san Francisco), (3) el otro, ausente, y (4) Dios. Conforme a los pronombres ("tú", "yo" y la tercera persona, o "no persona", que son un universal lingüístico), hay 4 posibilidades y 4 modalidades: reflexión interior, testimonio, alocución imaginaria y plegaria.
(1) La reflexión es meditación y puede concebirse como comunicación a sí mismo y consigo mismo; (2) la confesión y el testimonio son comunicación al otro y con él; (3) la alocución imaginaria es hablar (como san Francisco y tantos poetas) a algún elemento de lo real, cargado de sentido; y (4) la plegaria es hablar y escuchar a Dios.
Además, los poemas, dentro de un marco de comunicación cuyo modelo es la conversación, como actos del habla, son: ruego, interrogación, duda, confesión, reflexión, testimonio, consejo, himno, conjuro, proverbio, descripción del mundo (interior y exterior), narración de hechos, etc.
Citaré algunos fragmentos de Machado según estas cuatro direcciones:
(1)-- "Es el mejor de los buenos / quien sabe que en esta vida / todo es cuestión de medida: / un poco más, algo menos." (CXXXVI, xiii)
"... Converso con el hombre que siempre va conmigo / --quien habla solo espera hablar a Dios un día--; / mi
La comunicación del hombre se dirige a cuatro posibles interlocutores: (1) uno mismo, (2) los entes del mundo (como san Francisco), (3) el otro, ausente, y (4) Dios. Conforme a los pronombres ("tú", "yo" y la tercera persona, o "no persona", que son un universal lingüístico), hay 4 posibilidades y 4 modalidades: reflexión interior, testimonio, alocución imaginaria y plegaria.
(1) La reflexión es meditación y puede concebirse como comunicación a sí mismo y consigo mismo; (2) la confesión y el testimonio son comunicación al otro y con él; (3) la alocución imaginaria es hablar (como san Francisco y tantos poetas) a algún elemento de lo real, cargado de sentido; y (4) la plegaria es hablar y escuchar a Dios.
Además, los poemas, dentro de un marco de comunicación cuyo modelo es la conversación, como actos del habla, son: ruego, interrogación, duda, confesión, reflexión, testimonio, consejo, himno, conjuro, proverbio, descripción del mundo (interior y exterior), narración de hechos, etc.
Citaré algunos fragmentos de Machado según estas cuatro direcciones:
(1)-- "Es el mejor de los buenos / quien sabe que en esta vida / todo es cuestión de medida: / un poco más, algo menos." (CXXXVI, xiii)
"... Converso con el hombre que siempre va conmigo / --quien habla solo espera hablar a Dios un día--; / mi
soliloquio es plática con este buen amigo / que me enseñó el secreto de la filantropía..." (XCVII)
"¿Quién ha punzado el corazón del tiempo? / ¿Quién puso, entre las rocas de ceniza, / para la miel del sueño, / esas retamas de oro / y esas azules flores del romero? ..." (CLVI, v-vi)
(2) -- "Soñé que tú me llevabas / por una blanca vereda..." (CXXII).
"Palacio, buen amigo, / ¿está la primavera / vistiendo ya las ramas de los chopos... (XXVI) "¿Empañé tu memoria? ¡Cuántas veces!" (CLXV, iii)
"Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón" (CLXI, lxvi; PPC, 710).
"El que no habla a un hombre, no habla al hombre; el que no habla al hombre, no habla a nadie." (JM I, XLIX10). ()
"No extrañéis, dulces amigos, / que esté mi frente arrugada. / Yo vivo en paz con los hombres / y en guerra con mis entrañas." (CXXXVI, xxii)
(3) -- "¡Oh, dime, noche amiga,..." (XXXVII).
"... Antes que te derribe, olmo del Duero, / con su hacha el leñador, ... / ... quiero anotar en mi cartera la gracia de tu
rama verdecida..." (CXV).
¡Oh, sí, conmigo vais, campos de Soria, / tardes tranquilas, montes de violeta, /... (CXIII, ix) "Oh, Soria, cuando miro los frescos naranjales..." (CXVI)
"... Late, corazón, ... No todo / se lo ha tragado la tierra." (CXX).
"Oh, no eres tú mi cantar. / No puedo cantar ni quiero..." (CXXX).
"¡Oh soledad, mi sola compañía /..." (CLIV, xv, iv).
(4) -- "Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. / Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. / Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. / Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar." (CXIX)
"Señor, me cansa la vida..."
"O tú y yo jugando estamos / al escondite, Señor, / o esta voz con que te llamo / es tu voz"
"Por todas partes te busco / sin encontrarte jamás, / y en todas partes te encuentro / sólo por irte a buscar" (S. XXIV, i, ii, iii; PPC 759-760).
V – Ínfimos y efímeros pero necesarios;
sepultados en lo inmenso pero conscientes;
perdidos en lo innumerable pero únicos.
Inmersos en la complejidad y en la ambigüedad pero esencialmente simples;
limitados por todas partes en el hacer y el decir, pero cada uno, en sí mismo, propiamente, misterio; inacabados por naturaleza y sin cesar perturbados, pero en potencia de cumplimiento.
Entregados a las leyes de la materia y de la vida, atados sin remedio a las cadencias de tiempos y lugares, pero libres y responsables en nuestro mismo centro.
Sometidos a la desgracia, destinados a la muerte, pero llamados a ser.
– Solitarios entre solitarios, codeándonos más que conociéndonos, pero en camino hacia la unidad. Improbables desde el nacimiento, siempre más improbables durante el crecimiento.
Tanteando frente a lo inextricable, tropezando ante lo imposible, sin cesar inclinados hacia el menos ser...
Por la fe y la fidelidad,
en medio de todo lo que se disipa, existimos en la estabilidad;
en medio de todo lo que se corrompe, llegamos a ser con seguridad. – Herederos de una labor inmensa,
visitados por una presencia que no manda sino que llama,
empujados, levantados, solicitados, alzados por encima de nosotros mismos, emergiendo de la servidumbre, alcanzando la libertad,
obreros de un porvenir sin fin, inseparable de Ti, mi Dios,
nosotros Te magnificamos.
– Cualquiera que sea nuestro destino, incluso miserable, incluso trágico,
si somos, es para tu plenitud. Ella es nuestra beatitud.
Cuando seamos puramente nosotros mismos, ocupando nuestro lugar en lo real,
más allá del hacer y del parecer, de los placeres y de los sufrimientos,
de los deseos y de los proyectos, de las preocupaciones y de las angustias, compartiremos la alegría de ser con el conjunto de los vivientes
que van más allá del apetito de vivir, esos ecos de tu felicidad,
– Padre –
Para creerlo de verdad, a pesar de todo lo que lo niega,
danos la fuerza de llevar, en tu presencia, nuestras miserias con dignidad,
nuestra grandeza a pesar de nuestra pobreza, nuestro ser en devenir en su autonomía,
en el seno de las contingencias, a lo largo de la vida.
– Que nuestra fe, en su desnudez, por su arraigo en nosotros, aventaje a nuestra ceguera. Que nuestra palabra, en su verdad, por su acción en nosotros,
afiance nuestros pasos por el camino del ser. Amén.
Estar en presencia de sí para estar en presencia de Dios implica asumir con lucidez la condición propia del hombre y captar su aspecto dramático: arrojados a la vida, en soledad, a medio camino en la vía de llegar a ser, sumergidos a veces en un cúmulo de tinieblas interiores, inmersos sin cesar en contingencias efímeras de todo tipo, que disipan o perturban, y, sin embargo, por la fe y la fidelidad, alcanzar, poco a poco, una existencia que llega a resultar única en su unidad, consistencia y estabilidad. Estar en presencia de sí para estar en presencia de Dios implica desposar la propia condición de hombre, dar gracias por ella, y, de este modo, afirmar la esperanza y la fe.
VI – Que cada uno vaya en paz, su propio camino adelante, con la exactitud de la fidelidad. Partir y desprenderse, despojamiento interminable.
Distancia y libertad, solos frente al propio destino.
sepultados en lo inmenso pero conscientes;
perdidos en lo innumerable pero únicos.
Inmersos en la complejidad y en la ambigüedad pero esencialmente simples;
limitados por todas partes en el hacer y el decir, pero cada uno, en sí mismo, propiamente, misterio; inacabados por naturaleza y sin cesar perturbados, pero en potencia de cumplimiento.
Entregados a las leyes de la materia y de la vida, atados sin remedio a las cadencias de tiempos y lugares, pero libres y responsables en nuestro mismo centro.
Sometidos a la desgracia, destinados a la muerte, pero llamados a ser.
– Solitarios entre solitarios, codeándonos más que conociéndonos, pero en camino hacia la unidad. Improbables desde el nacimiento, siempre más improbables durante el crecimiento.
Tanteando frente a lo inextricable, tropezando ante lo imposible, sin cesar inclinados hacia el menos ser...
Por la fe y la fidelidad,
en medio de todo lo que se disipa, existimos en la estabilidad;
en medio de todo lo que se corrompe, llegamos a ser con seguridad. – Herederos de una labor inmensa,
visitados por una presencia que no manda sino que llama,
empujados, levantados, solicitados, alzados por encima de nosotros mismos, emergiendo de la servidumbre, alcanzando la libertad,
obreros de un porvenir sin fin, inseparable de Ti, mi Dios,
nosotros Te magnificamos.
– Cualquiera que sea nuestro destino, incluso miserable, incluso trágico,
si somos, es para tu plenitud. Ella es nuestra beatitud.
Cuando seamos puramente nosotros mismos, ocupando nuestro lugar en lo real,
más allá del hacer y del parecer, de los placeres y de los sufrimientos,
de los deseos y de los proyectos, de las preocupaciones y de las angustias, compartiremos la alegría de ser con el conjunto de los vivientes
que van más allá del apetito de vivir, esos ecos de tu felicidad,
– Padre –
Para creerlo de verdad, a pesar de todo lo que lo niega,
danos la fuerza de llevar, en tu presencia, nuestras miserias con dignidad,
nuestra grandeza a pesar de nuestra pobreza, nuestro ser en devenir en su autonomía,
en el seno de las contingencias, a lo largo de la vida.
– Que nuestra fe, en su desnudez, por su arraigo en nosotros, aventaje a nuestra ceguera. Que nuestra palabra, en su verdad, por su acción en nosotros,
afiance nuestros pasos por el camino del ser. Amén.
Estar en presencia de sí para estar en presencia de Dios implica asumir con lucidez la condición propia del hombre y captar su aspecto dramático: arrojados a la vida, en soledad, a medio camino en la vía de llegar a ser, sumergidos a veces en un cúmulo de tinieblas interiores, inmersos sin cesar en contingencias efímeras de todo tipo, que disipan o perturban, y, sin embargo, por la fe y la fidelidad, alcanzar, poco a poco, una existencia que llega a resultar única en su unidad, consistencia y estabilidad. Estar en presencia de sí para estar en presencia de Dios implica desposar la propia condición de hombre, dar gracias por ella, y, de este modo, afirmar la esperanza y la fe.
VI – Que cada uno vaya en paz, su propio camino adelante, con la exactitud de la fidelidad. Partir y desprenderse, despojamiento interminable.
Distancia y libertad, solos frente al propio destino.
Discreción y paciencia del que se conoce pero espera, en la pureza del silencio. Flexibilidad y tenacidad, a través de tiempos y lugares, perseverando en la propia vía. Espera de la presencia que hace ser, en la totalidad del querer.
Búsqueda de la luz que colma, en la integridad del espíritu.
Recogimiento en la soledad del ser, cara al vértigo del vacío.
Oración en la desnudez de la fe, ante Dios, el impensable.
– Armonía y paz, siendo uno mismo sin ser de uno mismo, en la rectitud del mirar, en lo justo del pensar,
en la simplicidad del acto, en la autenticidad del ser, disponible y como inmóvil ante Dios, para recibir y para dar.
– Que cada uno coja su gavilla a lo largo de sus días,
sin prisa pero sin pausa, sin violencia pero sin debilidad, sin miedo ni vértigo, sin exaltación ni ilusión,
sin ambición ni vuelta sobre sí.
– Hacerlo en la presencia de sí y en la de Dios.
Respetar las cadencias propias, los tiempos fuertes y los otros...
Dejar crecer la obra y seguir el propio destino, dimensión eclesial. Creación necesaria a Dios que la promueve y al hombre que la provee.
– Toda acción es peligrosa para quien la realiza, y más si es grande. Toda vida es difícil para quien quiere ser fiel, y más si es larga.
– Que cada uno se recoja fuera de tiempos y lugares, en sí, ante Dios. Todo lo que el hombre edifica es frágil y precario para desaparecer al fin. Una tara secreta se esconde ahí. Toda vida tiene que acabar,
dar paso a la muerte, habitar estancias que se convertirán en ruinas.
– Que cada uno se prepare, sostenido por la fe,
en seguimiento del Maestro, siendo firme en sí mismo,
para la obra de sus días, para el desprendimiento último, para sí y para los suyos, para el misterioso paso de la muerte hacia el más allá,
conservando la presencia de todos los seres queridos,
que son de Dios, que es. Amén.
– Bajo el choque de los acontecimientos que separan y hacen entrar en la soledad, Bajo el peso de las situaciones que deben silenciarse para poderse mantener,
Bajo el cúmulo de decisiones que inventan el destino y lo hacen singular,
Bajo la gracia de los encuentros que ayudan a entrever el ser profundo de los otros, En medio del embrollo de influencias, intereses,
teorías, acciones, prejuicios, sabidurías, faltas y fidelidades,
a través de los tiempos oscuros y de los vértigos de la vida,
ante la expansión y la fructificación propias de la misión,
tocar el hilo invisible de la propia vida, acercarse al misterio de uno mismo, alcanzar la propia unidad, consistencia y duración,
descubrir la propia unicidad, entrar en la soledad;
desposar la propia existencia; ella es el fundamento de lo que nace en nosotros,
de nuestra unión con Dios, de nuestra comunión.
Tomar altura, sondear lo profundo, liberarse de la distancia,
habitar la propia soledad, poblarla de presencias,
sumergirse en el silencio, ir más allá del conocimiento de lo que sólo se puede conocer, permanecer en la ignorancia de lo que no se puede sino ignorar,
abrirse a la totalidad, a su inagotable unidad, a su ilimitada fecundidad. Primer acercamiento hacia Dios que sólo la fe permite.
Pórtico de su misterio que sólo Dios hace franquear.
Alcanzar el sentido de la propia vida y esforzarse por trabajar en el surco de la propia misión, así como realizar todo lo que esto comporta, es también estar presente a sí mismo y a Dios, es también orar; orar por uno mismo así como por aquellos que nos son cercanos porque los hemos encontrado realmente en nuestro camino, a pesar de nuestra extrema impotencia para ayudarlos en lo que atañe a lo esencial.
3. Visita a Segovia con Spong
"Caminante, son tus huellas..." "Wayfarer..."
Hallazgo: (Mc. 4,1) "Y de nuevo comenzó a enseñar junto al mar, y se le junta una multitud inmensa, de manera que, subiendo a una barca, se sentó en el mar, y toda la multitud estaba en tierra, junto al mar."
(Carta de J.S. Spong 14, 01, 2014) " «Aprecio a Machado aún más gracias a tu carta. Parece entender muy bien que la vida cristiana trata acerca del viaje y no del término, de lo cual yo estoy convencido. El cristiano nunca llega porque el viaje ocurre en la infinidad de Dios. Cuando los cristianos piensan que ya han llegado, su fe se vuelve demoníaca. Así cuando uno suscribe afirmaciones como la infalibilidad del papa o la inerrancia de las Escrituras, o que la propia religión o iglesia es la verdadera, y lo hace con la arrogancia de presumir que uno mismo y la propia tradición de fe son los árbitros del único acceso a Dios. Machado entendió: que todos vemos a través de un espejo oscuramente, que ninguno puede evadir sus limitaciones humanas y que la inseguridad es la marca de nuestra humanidad que nadie debería pretender perder. El cristianismo no nos da la seguridad ni la posesión de la verdad. Nos da la habilidad de vivir sin seguridad y de celebrar la posesión de una verdad tan sólo relativa e incompleta».
Hallazgo: (Mc. 4,1) "Y de nuevo comenzó a enseñar junto al mar, y se le junta una multitud inmensa, de manera que, subiendo a una barca, se sentó en el mar, y toda la multitud estaba en tierra, junto al mar."
(Carta de J.S. Spong 14, 01, 2014) " «Aprecio a Machado aún más gracias a tu carta. Parece entender muy bien que la vida cristiana trata acerca del viaje y no del término, de lo cual yo estoy convencido. El cristiano nunca llega porque el viaje ocurre en la infinidad de Dios. Cuando los cristianos piensan que ya han llegado, su fe se vuelve demoníaca. Así cuando uno suscribe afirmaciones como la infalibilidad del papa o la inerrancia de las Escrituras, o que la propia religión o iglesia es la verdadera, y lo hace con la arrogancia de presumir que uno mismo y la propia tradición de fe son los árbitros del único acceso a Dios. Machado entendió: que todos vemos a través de un espejo oscuramente, que ninguno puede evadir sus limitaciones humanas y que la inseguridad es la marca de nuestra humanidad que nadie debería pretender perder. El cristianismo no nos da la seguridad ni la posesión de la verdad. Nos da la habilidad de vivir sin seguridad y de celebrar la posesión de una verdad tan sólo relativa e incompleta».
Légaut: "[revelación] ... íntima, sin palabra ni signo; una anunciación sin ángel; una luz celeste sin estrellas; una proclamación sin paloma y sin voz de los cielos; una infu- sión del Espíritu sin lenguas de fuego; y una revelación por lo que hace nacer en aquél al que visita, y no por lo que Dios enseña y ordena en un momento dado, a todos."
Caminar sobre el mar: Machado > Evangelios > midrash del paso del Mar Rojo (que no lo hubo!)
II. Superación de la imagen de la gota en el mar y del sentimiento unido a ella
(a) Dos primeros poemas "manriqueños" (1906)
(fragmento del XIII) ... El agua en sombra pasaba melancólicamente, / bajo los arcos del puente, / como si al pasar dijera: / “Apenas desamarrada / la pobre barca, viajero, del árbol de la ribera, / se canta: no somos nada. / Donde acaba el pobre río, la inmensa mar nos espera.” / Bajo los ojos del puente pasaba el agua sombría. / (Yo pensaba: ¡el alma mía!) / Y me detuve un momento, / en la tarde, a meditar... / ¿Qué es esta gota en el viento / que grita al mar: “soy el mar”? ...
(en el poema XVIII, se nos cuenta que el poeta...)
...mira, turbia la pupila / de llanto, el mar ... Él sabe que un Dios más fuer- te, / con la sustancia inmortal está jugando a la muerte, / cual niño bárbaro. Él piensa... / que ha de caer como rama que sobre las aguas flota, / antes de perderse, gota / de mar, en la mar inmensa. (vv. 3-10)
(b) Recordar: "dejar quisiera mi verso..." y relacionarlo con:
Cuatro cosas tiene el hombre / que no sirven en la mar: / ancla, gobernalle y remos, / y miedo de naufragar. (CXXXVI, xlvii)
Morir... ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso? ¿O ser lo que nunca he sido: uno, sin sombra y sin sueño, un solitario que avanza
sin camino y sin espejo?
(a) Dos primeros poemas "manriqueños" (1906)
(fragmento del XIII) ... El agua en sombra pasaba melancólicamente, / bajo los arcos del puente, / como si al pasar dijera: / “Apenas desamarrada / la pobre barca, viajero, del árbol de la ribera, / se canta: no somos nada. / Donde acaba el pobre río, la inmensa mar nos espera.” / Bajo los ojos del puente pasaba el agua sombría. / (Yo pensaba: ¡el alma mía!) / Y me detuve un momento, / en la tarde, a meditar... / ¿Qué es esta gota en el viento / que grita al mar: “soy el mar”? ...
(en el poema XVIII, se nos cuenta que el poeta...)
...mira, turbia la pupila / de llanto, el mar ... Él sabe que un Dios más fuer- te, / con la sustancia inmortal está jugando a la muerte, / cual niño bárbaro. Él piensa... / que ha de caer como rama que sobre las aguas flota, / antes de perderse, gota / de mar, en la mar inmensa. (vv. 3-10)
(b) Recordar: "dejar quisiera mi verso..." y relacionarlo con:
Cuatro cosas tiene el hombre / que no sirven en la mar: / ancla, gobernalle y remos, / y miedo de naufragar. (CXXXVI, xlvii)
Morir... ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso? ¿O ser lo que nunca he sido: uno, sin sombra y sin sueño, un solitario que avanza
sin camino y sin espejo?
(c) Don Francisco Giner, su maestro, su "padre espiritual"
Como se fue el maestro, / la luz de esta mañana / me dijo: – Van tres días / que mi hermano Francisco no trabaja. / ¿Murió?... – Sólo sabemos / que se nos fue por una senda clara, / diciéndonos: – Hacedme / un duelo de labores y esperanzas. / Sed buenos y no más, sed lo que he sido / entre vosotros: alma. / Vivid, la vida sigue, / los muertos mueren y las sombras pasan; / lleva quien deja y vive el que ha vivido. / ¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
Don Francisco Giner (...) creía que la ciencia es (...) una semilla que ha de germinar, florecer y madurar en las almas. Porque pensaba así, hizo casi tantos maestros como discípulos tuvo. [...]. Y hace unos días se nos marchó, no sabemos adónde. Yo pienso que se fue hacia la luz. Jamás creeré en su muerte. Sólo pasan para siempre los muertos y las sombras, los que no vivían la propia vida. Yo creo que sólo mueren definitivamente, sin salvación posible —perdonadme esta fe un tanto herética—, los malvados y los farsantes...
III. Recordemos, para concluir:
... honremos al Señor / —la negra estampa de su mano buena— / que ha dic- tado el silencio en el clamor. / Al Dios de la distancia y de la ausencia, / del áncora en la mar, la plena mar... / Él nos libra del mundo —omnipresencia—, / nos abre senda para caminar... (CLXX)
— Dios no es el mar, está en el mar; riela / como luna en el agua, o aparece / como una blanca vela; / en el mar se despierta o se adormece. Creó la mar, y nace / de la mar, cual la nube o la tormenta; / es el Criador y la criatura lo hace; / su aliento es alma, y por el alma alienta...
... Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste / y para darte el alma que me diste, / en mí te he de crear. Que el puro río / de caridad, que fluye eternamente, / fluya en mi corazón. ¡Seca, oh Dios mío, / de una fe sin amor la turbia fuente!” (CXXXVII, v)
IV -- Dios, totalmente otro, sin continente ni contenido, ni cercado ni vallado;
[más allá de toda forma, de toda materia y de todo nombre;]
impensable como objeto, lejano más allá de todo espacio, cercano más acá de toda distancia; sin obrar como sujeto, de donde todo sujeto procede, desplegándose en todos;
el acto en acto, el acto de ser, el "ser" del acto en acto de ser;
ser no "ente", estable en el instante, sin pasado ni futuro,
desplegándose en sí, sin comienzo y sin fin;
diciéndose sin cesar, sin nunca repetirse;
llegando a ser sin cesar, sin nunca ser igual;
al que tenemos que afirmar, por todo lo que somos,
para no ser nubes que nuestra conciencia disipa al disiparse a sí misma;
al que no podemos sino nombrar, a partir de nuestra propia substancia,
pues nada de lo que conocemos nos permite decir más.
-- Dios. Pregunta unida al hombre que adquiere conciencia de sí.
Pregunta afín al misterio que el hombre es en sí.
Pregunta que nace del vacío de la "ausencia" y que crece y se ahonda con él;
cuando el hombre sabe mantenerse ahí, se abre sobre sí;
Pregunta que nace del silencio de la "espera", que se nutre de ella,
pero que muere con ella cuando el hombre se reniega;
Pregunta que no soporta ninguna respuesta verdadera
pero que sin cesar sugiere alguna cuando permanece viva;
Base misteriosa de unión entre los hombres cuando cada uno se encara con ella en el secreto; raíz de discordia entre ellos cuando cada uno le da respuesta fuera del silencio.
La acción en nosotros sin ser nuestra, que nos hace ser a partir de lo que tenemos, si la acogemos tal como ella misma nos invita a hacerlo, aunque no podamos de ningún modo nombrarla, tenemos que evocarla. Esta evocación, ¿no es acaso la única forma de invocar a Dios y de llegar hasta Él directamente, sin detenernos antes en ningún ídolo? Por eso hay que afirmar de múltiples formas lo que este "movimiento", que se convierte en "acción" en nosotros, no es. El choque que produce mencionar cualidades, propiedades y actividades que son contrarias, contradictorias e incompatibles en cualquiera de las realidades que nuestros sentidos y nuestra razón pueden percibir y alcanzar es la vía por la que podemos contribuir a que brote en nosotros un atisbo de lo que realmente es esa acción. Plegaria paradójica, abstracta, abstrusa incluso, y, sin embargo, plegaria muy real para quien sabe decirla de forma que cada expresión le lleve al silencio adecuado ante lo impensable.
[más allá de toda forma, de toda materia y de todo nombre;]
impensable como objeto, lejano más allá de todo espacio, cercano más acá de toda distancia; sin obrar como sujeto, de donde todo sujeto procede, desplegándose en todos;
el acto en acto, el acto de ser, el "ser" del acto en acto de ser;
ser no "ente", estable en el instante, sin pasado ni futuro,
desplegándose en sí, sin comienzo y sin fin;
diciéndose sin cesar, sin nunca repetirse;
llegando a ser sin cesar, sin nunca ser igual;
al que tenemos que afirmar, por todo lo que somos,
para no ser nubes que nuestra conciencia disipa al disiparse a sí misma;
al que no podemos sino nombrar, a partir de nuestra propia substancia,
pues nada de lo que conocemos nos permite decir más.
-- Dios. Pregunta unida al hombre que adquiere conciencia de sí.
Pregunta afín al misterio que el hombre es en sí.
Pregunta que nace del vacío de la "ausencia" y que crece y se ahonda con él;
cuando el hombre sabe mantenerse ahí, se abre sobre sí;
Pregunta que nace del silencio de la "espera", que se nutre de ella,
pero que muere con ella cuando el hombre se reniega;
Pregunta que no soporta ninguna respuesta verdadera
pero que sin cesar sugiere alguna cuando permanece viva;
Base misteriosa de unión entre los hombres cuando cada uno se encara con ella en el secreto; raíz de discordia entre ellos cuando cada uno le da respuesta fuera del silencio.
La acción en nosotros sin ser nuestra, que nos hace ser a partir de lo que tenemos, si la acogemos tal como ella misma nos invita a hacerlo, aunque no podamos de ningún modo nombrarla, tenemos que evocarla. Esta evocación, ¿no es acaso la única forma de invocar a Dios y de llegar hasta Él directamente, sin detenernos antes en ningún ídolo? Por eso hay que afirmar de múltiples formas lo que este "movimiento", que se convierte en "acción" en nosotros, no es. El choque que produce mencionar cualidades, propiedades y actividades que son contrarias, contradictorias e incompatibles en cualquiera de las realidades que nuestros sentidos y nuestra razón pueden percibir y alcanzar es la vía por la que podemos contribuir a que brote en nosotros un atisbo de lo que realmente es esa acción. Plegaria paradójica, abstracta, abstrusa incluso, y, sin embargo, plegaria muy real para quien sabe decirla de forma que cada expresión le lleve al silencio adecuado ante lo impensable.
